domingo, 11 de diciembre de 2011

Look at the camera and smile >>> :)


The current city is exposed us as a living that, although designed by and for the man, is distinguished by its obvious dehumanization. The urban mass, suitable breeding ground for the instincts, vanishes differences between individuals that are confused with each other, immersing in the repetition of a daily activity that drown them. Do not you think as if this lonely crowd lacked commitment in the contact with their peers? The logical consequence of all this process originate an overwhelming sense of abandonment and helplessness culminating existential voids. The mentality and values ​​accepted and imitated by the crowd in particular, and society in general, have been marked by a group of "powerful", constituting the human being as purely economic objectives, which further contributes to the spiritual insignificance. Ferreous subjugation to consumerism, to possession and an anonymous authority established by public opinion that pulling the strings that defines the behavior of a subject devoid of his own self, base of every free man.
Why only  the "mad" looks at the camera and smiles? Maybe when the modern man  reachs the necessary freedom to discharge him from the imperative  "be  owner of things" as the only way to happiness, understand that through the personal realization will achieve the full affirmation of him unique carácter as an individual and the utmost respect for the uniqueness of his own self, as well as others.

References:

  • Strauss, Leo: La cuidad y el hombre. Katz Editores. 2005
  • Cueto, Juan: La sociedad de consumo de masas. Salvat. Barcelona. 1982.
  • Erving, Goffman: La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorrorrtu editores. Buenos Aires. 1993

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Mira a la cámara y sonríe >>> :)






La ciudad actual se nos expone como un hábitat que, aunque ideada por y para el hombre, se distingue por su manifiesta deshumanización. La masificación urbana, caldo de cultivo propicio para los instintos, desvanece las diferencias entre individuos que se confunden los unos con los otros, sumergiéndose en la repetición de una actividad diaria que los ahoga. ¿No os parece como si esta multitud solitaria careciera del compromiso en el contacto con sus iguales? La consecuencia lógica a todo este proceso origina una agobiante sensación de abandono y desamparo que culmina en vacíos existenciales. La mentalidad y los valores aceptados e imitados por la muchedumbre en particular, y la sociedad en general, han sido marcados por un grupo de “poderosos”, constituyendo al ser humano como objetos puramente económicos, lo que favorece aún más a la insignificancia espiritual. Férreo sometimiento al consumismo, a la posesión y a una autoridad anónima establecida por la opinión pública que mueve los hilos que delimita el comportamiento de un sujeto carente de su propio yo, base de todo hombre libre.
¿Por qué sólo el “loco” mira hacia la cámara y sonríe? Puede que cuando el hombre contemporáneo alcance la libertad necesaria que lo descargue del imperativo “ser poseedor de cosas” como única vía de felicidad, compruebe que a través de la realización personal logrará la afirmación plena de su carácter único como individuo y el respeto máximo a la singularidad de su propio yo, así como a la de los demás.

Referencias:

  • Strauss, Leo: La cuidad y el hombre. Katz Editores. 2005
  • Cueto, Juan: La sociedad de consumo de masas. Salvat. Barcelona. 1982.
  • Erving, Goffman: La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorrorrtu editores. Buenos Aires. 1993